Hace ya...

Y hace ya ocho mil setecientos cuarenta y
tres besos que no te veo...

Según los doy, difumino el carboncillo
de la ausencia y arremeto, otro más,

dentro de esa mochila en la que
convertí tu esencia.
No es cierto que haya refugios, no, no se crean.

Se incumple siempre la promesa del no
volverte a ver.

Al más mínimo descuido, algún matiz del
sándalo suave de tu aroma

acompaña a un extraño que se cruza
casualmente conmigo.

Entonces vuelves y el amasijo de
ladrillos que construí

grita como una queja insostenible al
ver que las grietas se abren

como los corchetes de una blanca camisa
de gastado algodón.
En los besos, como en las frías tardes

me he tumbado a mecerme.

He oído, que en algun lugar, venden

por unas monedas, la pura inocencia, y voy a buscarla.

Me equivoqué conmigo....y aprendí contigo.

Y tan profunda fue la grieta, que aún
roza en las noches extrañas.
Tú bien sabes de que hablo....
Hoy,
entreabiertas las costuras, se asoma, aún risueña,

la última de tus caricias...

para volver a hacerme sonreir.