
El experimento más famoso acerca de la necesidad que tenemos de calor y contacto físico lo realizó Harry Harlow en la Universidad de Wisconsin, en los años cincuenta.
Él sabia que mucha gente opina que el apego que sienten los bebes por su madre se suele explicar por el hecho de que esta satisface su necesidad de alimento. Pero Harlow opinaba que la razón principal era otra. Así que ideo un ingenioso experimento confeccionando dos madres sustitutivas para bebes monos. Una de ellas, “la madre de trapo”, resultaba suave al tacto e irradiaba calor. La otra madre era similar en todo (por ejemplo, ambas tenían mamas), pero estaba hecha de malla de alambre y no producía el gusto por el contacto.
En sus investigaciones, Harlow descubrió que la inmensa mayoría de los monos preferían a la mama de trapo. Como promedio, pasaban dieciocho horas al día abrazándose a ella.Pero la verdadera sorpresa consistía en que los resultados fueron casi iguales para el grupo que solo podía conseguir leche de la madre de alambre: también ellos pasaban la mayor parte del día pegados a la madre de trapo.Los bebes monos no aman por estar hambrientos sino que, mas bien, están hambrientos de amor.
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