
Creo que ya nada ni nadie podrá herirme...
Puede que la verdadera felicidad esté en la convicción
de que se ha perdido irremediablemente la felicidad.
Entonces empiezas a moverte por la vida sin esperanzas ni miedos,
capaz de gozar por fin todos los pequeños goces,
que son los más perdurables y sinceros.
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Susurros del Viento..