Aprendemos....

Detrás del supuesto orgullo, de la timidez, de la excesiva prudencia,

quizás se esconda el miedo al rechazo, a la negación,

a parecer débil o dependiente, a descubrir aspectos vulnerables de nuestra personalidad.

Esperamos equivocadamente que se nos adivine, que se nos proponga, cuando estamos quizás intentando dar la impresión de no desear o necesitar nada.

Sin embargo, saber pedir con sinceridad y corazón puede ser considerado como un regalo por quien es solicitado. Le permite entregar su generosidad, su amistad, superar su propia reticencia a ofrecer.

La respuesta a veces nos sorprende por su sencillez y su evidencia.

Dando ese paso de claridad en mi petición, dejando la posibilidad de la negativa como una opción y no una prueba de desinterés o una ofensa, he descubierto una puerta abierta a un mundo ajeno que anhelaba y que pienso visitar a mis anchas.

Derrumbar las propias barreras hace a veces que las del otro caigan por reacción.