
El origen de todo sufrimiento y de la enfermedad del hombre se encierra en su codicia, en su ansia por retener. en que atesora su energía en vez de irradiarla al mundo,
sin comprender que salud es flujo permanente, y que cuanto más entregas, más tienes.
Si sirves y te desbordas en los demás sin medida nunca conocerás la enfermedad
y la desarmonía.
Todo el dolor y la miseria humana nacen del ego, del esto es para mi, del yo creo,
y del yo quisiera.
El egoismo, la posesividad y el ansia personal de la satisfacción atraen la seriedad
y la desgracia sobre los hombres.
No te transformes en un pantano de agua estancada, pues la presa estallará caóticamente
cuando empiece a rebosar.
Sé más bien un río cristalino, que no deje de fluir, para que su energía resulte
un reguero de alegre energía.
La salud florecera tiernamente en el equilibrio del cuerpo, la santidad del corazón,
y la sabiduría del espíritu.
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